06 octubre 2018

APARECES DE LA NADA

Perdiendo en mil batallas.
Parecía que todo iba a ir bien cuando introduces, sin meditarlo siquiera, una mano salida de la nada.

Me pierdo contigo y no hago el mas mínimo esfuerzo por encontrarme.
Ya esta todo cabeza abajo como parece ser más agradable a la patética no existencia que me obligas a padecer.
Eres un Ente analitico sintetico devorado por mi observación en el intento de una lógica formal en la que no logra formalizarse.

Pero esa mano toma forma en el vacío y se muestra como herramienta excelsa del arte del Ser que supera la forma, acaricia sin palabras, sujeta sin presión, empuja al salto de fe que supone confiar en el firme asidero de una mano aparecida en la nada de nuestra imagen real.

Arrecian tormentas suburbiales de mundos recreados mil veces para zonas estancas.
Mismos actores revestidos de castas, tribus urbanas en conflictos abstractos donde regenerar aquellos monstruos que deben seguir venciendo, para no escapar.
No creas salidas para los guetos, muestras zonas perfectas de control, confort, sumisión, ejercito leal dispuesto a sacrificios sangrientos como siempre fue y sera la sangre del inocente.
Dibujas afines para mostrar enemigos a quien vencer.
Rechazas al contrario que te desestabiliza...
Y así les pierdes a todos !!

Tahúr a quien todos siguen y yo recreo !

Te diviertes con ello !!
El eterno juego de los 40 años, los 49 ciclos o las serpientes internas que salen de
lo mas profundo de la matriz ancestral de la madre dadora de vida.
De tu vida !!
Tentaciones, demonios, procesos, avances, ascender por la cucaña en busca de ser el vencedor. Conocedor de que para vencer nunca hay que empezar el primero, ni llegar mas tarde que aquellos que limpiaron el sebo.

Quien vence pues ?

El equipo o el ganador?

La mano acaricia mi esencia reverbera en ella la cadencia del ritmo que genera la simplicidad de estar, de ser...
En mi, en ti, en ellos, en nadie.

Ese fenómeno de entrelazarnos en los vacíos que permanecen etéreos, pacientes, conscientes, mas allá de tiempos, espacios bailando alrededor de un luminoso fotón que da vida a un minúscula materia residual.

Solo residual...
Lo que puede interponerse entre nosotros.

Veo cómo se ordenan sacerdotes sin sotanas, comparten alimentos que ya no son hostias sin leudar pero sustituyen un mismo pentecostés eucarístico plagado de lenguas de fuego.
Se dibujan demonios, se perfilan toxicidades, inventamos enemigos a quien rearmar de sacrificios cruentos, porque el ritual incruento ya nos aburre al perder su misión pacificadora.
Ya no queremos darnos la paz, porque la sangre pide guerra !!

Parecemos precisar de los cimientos ajenos para construir los nuestros, dejando constancia de nuestra nula capacidad de construir sin destruir.
O quizás desconocemos que todo empieza realmente con una simple escuadra matemática ?
Mostrándonos que somos esta minúscula parte material que debe sostener la construcción pretendida.
Apareciendo una mano de la nada...

Recreando palabras escritas hace mas de un siglo que permanecen en archivos de bibliotecas nacionales.


(Extracto "En el Umbral del misterio" Mario Rosso de Luna 1921)

De lo sencillo, la mente humana, hecha también á su imagen y semejanza, nos puede llevar á lo infinito, á las puertas mismas de lo Incognoscible, si, instruidos, puros de alma y fuertes de voluntad, no retrocedemos ante el misterio, como Edipo no retrocediera ante la Esfinge, aquel ser prodigioso que, mirando al desierto, al desierto de todos los desamparos y todos los espejismos, preguntaba: ¿quienes somos?¿de dónde venimos? ¿á dónde vamos?
Guiémonos primero por la Ciencia Analítica, de las que son ramas la Física, la Química, la Astronomía y todas las demás del humano saber.
Ciencias diferenciales, ellas nos conducirán suavemente hacia la Ciencia Integral y Sintética, conocida por unos cuantos privilegiados desde el primer día de los pueblos, pero que en nuestra dolorida edad, la edad de la duda, va siendo conocida por muchos.
Por algo dijo nuestro Castelar -y descartar lo que en labios de aquel vidente pudiera parecer impiedad á espíritus ignorantes-:
«Así como la Biblia fue completada por el Evangelio, el Evangelio á su vez será completado por nuevas revelaciones, y después de la idea del Padre y del Verbo, vendrá la del Espíritu á extinguir las llamas del infierno, y á derramar sobre la humanidad regenerada y libre, nuevas y consoladoras esperanzas».
La constitución de la Tierra bajo su aspecto mineralógico, es la química del Silicio, como es en su aspecto vegetal y animal, la química del Carbono.

A través de los diversos colores parduscos, vinosos y rojo amarillentos, de vago tinte, con que hacen su aparición las concreciones terrosas, los silicatos más elevados, puros y complejos, tales como las ágatas y rubíes, los topacios, ópalos y sardónices, los jacintos, esmeralda» y granates, despliegan la espléndida serie de iris que llega á su cumbre en el boro y el carbono, químicamente puros, que son blancos, alcanzando este último la apoteosis tanto en su sistema cristalino, cuanto en dureza, transparencia y poder fosforescente bajo los rayos químicos de la luz solar.
Otra serie correlativa inician por su parte los metales, desde el rojo del cobre y el amarillo del oro, á los tonos blanco azulados de casi todos los demás y á las excepcionales cualidades del radium, sol en miniatura, que emite cuantas clases de efluvios emanan del astro-rey, en calor, electricidad y magnetismo, en estrecho cuanto paradójico parentesco con las irradiaciones que emanan con la gota de lluvia.
Otra serie también correlativa, es la de los colores geológicos, que pasan de los negros de muchos productos basálticos, á los parduscos y verdosos de las pizarras cristalinas, en las que predominan la mica y el anfíbol, á los obscuros de las calizas primeras, á las infinitas irisaciones de las margas, á los diferentes blanco-amarillentos de loa terrenos terciarios y cuaternarios, al azul de nuestros mares y atmósfera, y al violeta invisible que nos rodea. Otra serie, en fin, es la de los colores de los pequeños planetas de nuestra cadena: el planeta extra-marciano, que es más que negro,por cuanto ha desaparecido, pero que fuera rojo en tiempos; Marte, que es anaranjado; la Luna, que es amarilla; la Tierra, que vista desde el espacio es verde; el plácido Venus, que es azul, y el misteriosísimo Mercurio, cuyas tintas violetas están obscurecidas por los torrentes de la luz solar que los inunda con sus fulgores.
De igual manera los cuerpos orgánicos de la serie acíclica son, en general, incoloros ó de muy vago color (alcoholes típicos y poliatómicos), pero no bien se cierran con la serie cíclica las cadenas atómicas apareciendo el típico exágono de la ben - ciña (símbolo misterioso de toda la formación de la materia desde sus más elevados planos) cuando ya se inicia la gama del color con los innumera - bles derivados del antraceno, hasta llegar al blanco de los alcaloides, después de pasar por todos los componentes tintóreos de las corolas de las flores y otros muchos más por éstas no alcanzados, que tal es el simbolismo de la negra hulla,
la tesorera de los viejos rayos del Sol desde los remotos siglos del período carbonífero, la que alberga en si las dos series iríseas de monocotiledóneas y dicotiledóneas, con su guirnalda incomparable de amapolas, dalias, camelias, tulipanes, hortensias, crisantemos multicolores, lirios, violetas, peonías, azucenas, etc., sin olvidar á la reina de las flores simbólicas, á la fragante rosa, hija excepcional del blanco con el rojo, notas todas de la magna sinfonía musical escrita sobre el verde pentagrama que al reino de los vegetales corresponde, como color característico en aquella otra gama de la geológica evolución, y no nos detengamos, para obviar repeticiones, ni en las deliciosas arborizaciones de los corales, raíces de futuros continentes, ni en los dermatoesqueletos de insectos, moluscos y quelonios, ni en los cambiantes de las escamas de peces y reptiles, ni en las admirables alas de los transfigurados lepidópteros, ni en los metálicos plumajes de las aves, las reinas de la música inconsciente de la naturaleza, ni en las variadisimas pieles de los animales, muchas de las cuales llevan en sí representadas las filtraciones de los rayos del Sol por entre el follaje tropical de sus guaridas, ni, en fin, nos paremos tampoco á realizar consideraciones transcendentales sobre el cuerpo humano, en la expresión de sus labios, mejillas y pupilas bañadas en matices suavísimos, ni en el rojo de su sangre, el amarillento de su linfa, el blanco, apenas azulado, de sus nervios y el blanco-negro de su substancia gris, simbólico instrumento de esa eterna duda que perpetuamente nos agita entre la luz y las tinieblas.

«Nadie entre que no sepa Matemáticas>, esculpió Pitágoras en el frontispicio del Templo, y Platón añadió: «no entre tampoco aquel que no supiere Música»... Si no os habéis fijado nunca en la magia del color, en la de la musical escala, ni en la de los sólidos llamados pitagóricos, no es extraño que no podáis penetrar en el. Templo do se enseñan los grandes principios de la Naturaleza, divino cuerpo del Supremo Ser.

(...)

Una mano aparece y me pierdo con Ella en ensoñaciones escritas hace un siglo cuando repetimos de nuevo el baile.






















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